la tarde del té
Me dejas construir la tarde del té..., y esperamos por el hervidor en el segundo piso hasta que deja de burbujear por debajo del sofá. Que soltemos al perro y cerremos bien puertas y ventanas para que las moscas no vuelvan a entrar.
Caminamos. Enciendo un cigarrillo y tú lo fumas sin siquiera tener el hábito. Que toquemos las piedras con zapatillas desiguales y sonriamos… yo de ti porque son tuyas, y tú de mí porque las uso.
Que compremos galletas en el supermercado y me asombre de lo muy adelantada que está la tecnología. Nos despojan de nuestro envase de cocacola y nos entregan un papel impreso.
Que salgamos del supermercado y te mire por el espejo, desafiando a tus días felices.
Que nos escapemos a la plaza más cercana, que juguemos escondecorrea con niños desconocidos y descifremos que no los queremos llorones ni escandalosos. Que ya es tarde y regresamos a tu casa para beber té...
Abres la puerta y yo te quiero más que la primera vez. Los dedos se me escandalizan y te pienso un tanto borracha en el paradero. Te beso y no estás segura. Nos volvemos a besar y la seguridad se nos escapa por los oídos. Volvemos a la tarde del té. Entramos a su habitación y me obsequias con las manos lo que abandonó Otto, el piloto antes de suicidarse. Te beso de lo muy emocionado. Abandonamos su habitación porque la mesa está lista.
Que me comporte señorito y tú señorita, con la mitad del antebrazo dentro y la otra fuera de la mesa. Que me ofrezcas bolsitas de té con colores y yo escoja la más té. Que me digas “sírvase” con cara trémula, y que yo lo haga.
Que te tome de la mano por debajo de la mesa. Que dividas el pan y empecemos a comer. Que te bese cuando nadie esté mirando, que sea feliz sin que nadie se entere, que quiera recurrir a nuestra soledad sin que nadie lo sepa.
cinco a.m.
Pepitas del tomate macerado.
En tu espalda se tienden
con los restos de sal,
de manos, de colchones.
Su memoria es la pista simple
en que circulan.
Ha sido amada muchas veces,
no hay restos de vacío en ningún poro
y mi deseo es más.
Que lo importante es lo trascendental y que yo lo crea. Que en un comienzo no lo entienda, porque las palabras son sinónimos, pero que tú, bien de cerca, llegues con palos de agua en las manos y me regales tus ojos y tus dientes.
Que no te acuerdas de nada y yo me quede bien ridículo. Que me lo invento y que me escondo.
Que beba mi segunda taza de té y ya sea muy tarde en el reloj. Que acabe la tarde del té. Que me abrigue bien, aunque sea verano. Que nos despidamos con precaución.
Que tenga miedo de no poder vivir todas las tardes del té contigo.
Por Knox